¿Sabías que los ingresos de una empresa crecen un 2% por cada 1% de mejora en el ambiente emocional?

¿Comunicas “tus emociones” o “desde tus emociones”?

No es lo mismo “preocuparse” que “ocuparse”, “reaccionar” que “actuar”.  “Preocuparse” y “reaccionar” implican una carga emocional desatendida, mientras que “ocuparse” y “actuar” reflejan haber atendido la emoción.

Escenarios “habituales” en la oficina (antes del Covid-19):

  • Estás muy ajustad@ de tiempo para terminar un proyecto o trabajo y entonces suena el teléfono (que debes responder antes de la tercera llamada, tal y como está estipulado en tu empresa). Se trata de un importante cliente, cuyas llamadas suelen ser prolongadas.

 

  • Estás en una reunión con vari@s asistentes, donde notas que se están tratando temas que debías conocer de antemano y que, por algún motivo, no te han comunicado, lo que añade dificultad para que puedas seguir “el hilo”. Poco después, te preguntan y piden tu criterio sobre uno de esos temas.

Escenarios actuales:

  • Estás en una tele-conferencia y en un momento especialmente importante aparece un@ de tus hij@s con alguna necesidad.

 

  • Tienes gran interés en asistir “virtualmente” a una formación que llevas esperando bastante tiempo y, justo en esa fecha y horario, convocan en tu trabajo un evento o reunión “virtual” de vari@s asistentes, entre l@s que se te incluye.

 

¿Qué crees que afecta en las posibles respuestas a estos escenarios?

El 70% de tus decisiones depende de tu estado emocional del momento.

Especialmente en el entorno laboral, las emociones han sido un tema tabú.  Si bien es cierto que, hasta hace relativamente poco, expresar las emociones tenía más connotaciones negativas que positivas, pues se interpretaba (por lo general) como un signo de debilidad, más que como una fortaleza, afortunadamente esto ya está cambiando.

Detrás de todo pensamiento o situación existe una emoción. 

Identificar las emociones te ayuda a encontrar sentido a tu comportamiento y a gestionar tus relaciones contigo mism@ y con l@s demás, de una forma más saludable, con lo que mejoras también tu calidad de vida.

¿Y qué es una emoción? 

Es una “sensación” o “impulso” que sientes en tu cuerpo, que te predispone a actuar de algún modo, en función de su mensaje.

Reprimirlas o no expresarlas no hace que desaparezcan, al contrario, volverán a aparecer incluso con más fuerza, con un mayor efecto sobre ti, consiguiendo bloquearte o “desbordarte” (lo que se conoce como “secuestro emocional”).

¿Cuál es, entonces, la solución? 

Atenderlas, detectarlas desde que las empiezas a sentir y averiguar cuál es su mensaje, para poder entenderlas y gestionarlas en la medida oportuna.

¿Qué te dicen las emociones?

Aunque existe una amplia gama de emociones, las englobaré en 4 principales (alegría, tristeza, miedo y enfado) y, en su clasificación, las puedes imaginar en pareja y siguiendo un eje común.

Por ejemplo, la alegría y la tristeza se situarían en el eje de los logros.  La primera supone un logro alcanzado (¿qué he conseguido o espero conseguir?), frente a la segunda que aparece cuando el logro no se alcanza (¿qué he perdido y no he aceptado? ¿Qué creo que puedo perder?).  La acción o respuesta a estas dos emociones es, en el caso de la alegría es celebrar, disfrutar de lo ocurrido y en el de la tristeza, refugiarse o llorar y aceptar.  Es necesario permitirte sentirlas y luego continuar (avanzando, no quedarte atascad@ en ellas, encontrando tus formas particulares de salir de esa emoción y sentirte mejor- respirando, meditando, caminando, con música, o como tú prefieras hacerlo-).

En cuanto al miedo y el enfado, se situarían en el eje de la amenaza.  El enfado supone sentir que han incumplido o transgredido tus reglas (¿qué me está atacando? ¿Qué límites han traspasado?).  El miedo te informa de un riesgo o peligro para el que no te sientes preparad@ (¿qué está en riesgo?  ¿Qué recursos necesito?).  La acción o respuesta para gestionar el enfado es restaurar, identificando y estableciendo tus límites.  En el caso del miedo, las acciones o respuestas serán huir (si es una amenaza real) o buscar recursos/ soluciones (si es una amenaza potencial).

Otras dos emociones básicas son el asco (cuando algo no nos gusta y su acción o respuesta correspondiente es expulsar) y la sorpresa (cuando ocurre algo inesperado y la acción o respuesta ante ella es averiguar, indagar en lo acontecido).

La importancia de reconocer y gestionar las emociones radica en que, si no lo hacemos, entramos en un bucle del que nos cuesta salir y entonces pasamos, por ejemplo, del miedo a la angustia, de la tristeza a la depresión o de la rabia o el enfado al resentimiento.

Para gestionar emocionalmente las situaciones y las relaciones de manera adecuada es necesario primero “auto-descubrirte”, indagar en tus fortalezas y áreas de mejora, averiguar lo que sientes y canalizarlo, reconducirlo, aprender a transformar lo que piensas y te dices, optimizando con ello, tus decisiones y acciones y repercutiendo también en tu manera de transmitir y comunicar a los demás.

Saber gestionar tus emociones, te ayuda a ampliar la perspectiva sobre la forma de sentir de los demás, con lo que mejoras en empatía y en tus relaciones personales y profesionales.  Esto contribuye también a reducir esa sensación de sobrecarga y estrés negativo y a aprovechar el estrés positivo, potenciando con él ciertas habilidades o características concretas, beneficiosas en determinados momentos y ganando en bienestar.  Aumentas la confianza en ti y en los demás.  Refuerzas tu autenticidad e integridad, que influye también positivamente en tu credibilidad, al adquirir la responsabilidad de tus decisiones y acciones y ser coherente con lo que piensas, sientes, dices y haces.

 Ahora que conoces los significados y beneficios de gestionar las emociones adecuadamente…

¿Te animas a reconocerlas y auto-gestionarlas?

 Artículo original publicado en http://www.elperiodicodelospueblos.es/pueblo/colaboradores/

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